Trae las muestras


La mordaza le metía un embudo hasta la garganta y le facilitaba poder alimentarse. 



─Vas a comer y luego irás a clase, puta niñata de los huevos.


La psicóloga hacía demasiado tiempo que había perdido la paciencia con ella o quizá solo la trataba así porque creía que era lo que Sophie necesitaba.  Normalmente estar completamente atada la relajaba, pero aquel día el odio que sentía por la psicóloga era superior a todas las ataduras. La pelirroja no paraba de moverse incómoda en aquella silla y el enfermero tuvo que  intervenir.


─Si no se relaja la comida le irá a los pulmones... ¿Cree que podemos probar con las penetraciones anales?


Colette asintió y le retorció un pezón a Sophie exhasperada. 


─Vamos a violarte porque nos obligas, si te portaras bien no tendríamos que hacerlo. Pero bueno, ¿para algo te portas mal no? Enhorabuena, ya lo has conseguido.


El enfermero activó la máquina penetradora con un dildo que había debajo de la silla y que atravesaba el asiento de la silla hasta el ano de la persona sentada por un agujero que había en ella. Inmediatamente Sophie calmó. Ser penetrada analmente era un sedante automático, su padre la había acostumbrado desde pequeña a calmarse cuando era penetrada analmente y todavía tenía efecto a día de hoy.


─Mírala... Es increíble. Apúntalo en el informe. Ha sido inmediato. Voy a empezar a darle la papilla.


La psicóloga sonreía mientras le empezaba a poner cucharadas de papilla para bebés en el embudo que tenía Sophie atado a la frente y que se introducía demasiado profundo en su garganta.


La papilla entró directamente en su esófago sin ayuda, ella podía sentirla, caliente invadiendo su interior. Su padre también la alimentaba con embudo cuando ella se negaba a comer, pero él lo hacía cuando Sophie ya estaba sometida, la psicóloga y el enfermero eran unos novatos que no hacían más que hacerle daño constantemente. Ojalá le dejaran volver con su padre. En aquel momento, mientras le abrían el culo y la garganta contra su voluntad solo podía pensar en él, en lo feliz que sería en aquel sótano, siempre atada, siempre vigilada, siempre aterrorizada. Nadie podía entenderlo. Ella no podía ser libre, ella no quería ser libre.


─Lo estás haciendo muy bien. Seguro que sentirte llena te está relajando. Y tu padre decía que no sabríamos hacerlo. Que se joda, no le necesitas, Sophie, mereces vivir tu propia vida.


Dijo su captora mientras la violaba. ¿Es que nadie podía ver la ironía?


Terminó de tomarse la papilla y cuando el enfermero iba a quitarle la mordaza Colette le paró.


─No, no, si paramos ahora lo vomitará todo. ¿Puedes traer las muestras de semen de la nevera y los supositorios?


─Enseguida.


Sophie sabía lo que iba a hacer... e iba a funcionar. Su vagina se contraía con violencia con solo pensarlo.


─Vamos a darte de comer lo único que no quieres vomitar y te vamos a dejar tan manchada que estarás todo el día sometida.


Odiaba ir sometida a clase porque no podía defenderse, pero la pura verdad es que así podía concentrarse mejor y provocaba menos incidentes.


El enfermero trajo una bandeja con cinco muestras de semen de diferentes estudiantes y un par de supositorios del tamaño de un huevo cada uno. La psicóloga metió las muestras en el micro y las calentó unos segundos para que estuvieran a la temperatura adecuada y cogieran la consistencia blanda que tenían al ser tomadas.


─Hoy vas a comerte el semen de Bjorn... de Thomas... de Jaden, uh, este ya te sabrá a gloria, de Akira y.... de tu papá. 


No era cierto, su padre no había dado muestras de semen, pero ella no lo sabía y Colette jugaba con la carta de que Sophie jamás desperdiciaría el semen de su padre.


Pensar en ingerir el semen de sus compañeros de clase era repugnante, sobre todo aquellos que literalmente le habían pegado verdaderas palizas, como Thomas, o su amigo gay Bjorn. Aquella humillación la sumió en un estado de shock profundo del cual su cerebro la protegería con una barrera amnésica años más tarde.


─Verás qué bien...


Empezó a notar el semen caliente bajar por su garganta y los temblores empezaron. 


─Ah, mira qué interesante... siempre tiembla cuando el dolor psicológico es abrumador, si la masturbas la aliviarás.


El enfermero asintió y activó el vibrador de la silla que tenía pegado al clítoris de la pelirroja. 


La mente de Sophie por fin pudo relajarse y los conceptos se desvanecieron. En su mente volvió a aparecer la voz de su padre.


"─Si Sophie no come se morirá. Tienes que comer o te morirás..."


Y la sensación de agradecimiento creció en su pecho. Sus captores solo querían cuidarla, darle de comer, alimentarla. La estaban salvando de sí misma.


─Seguro que debe de estar a punto de correrse pero se está reservando para el semen de papi, la zorra...


Y era cierto, no quería insultar así a su padre corriéndose con el semen de otros, esperó a que vertiera el que se suponía que era de su padre y psicológicamente sintió que tenía permiso para correrse y tuvo hasta tres orgasmos encadenados mientras gritaba en aquel embudo.


─Trabajar con ella es apasionante. Nunca había visto un caso igual. Apaga la máquina, voy a meterle los supositorios.


No había resistencia que oponer, estaba siendo cuidada como se merecía. Se dejó hacer, la desataron, le quitaron la mordaza y reclinaron la silla para dejar sus agujeros más a la vista. Después le metieron los dos huevos de semen artificial uno por la vagina y otro por el culo. Eran demasiado grandes y pesados, hasta que se disolvían sentía cómo le pesaban sus genitales allá donde fuera y después manchaba allá donde fuera. Era asqueroso.


─Vas a ir toda manchada de semen y vas a ser tan feliz, ¿a que sí zorrita?


Sophie asintió con una sonrisa. Si hubiera podido hablar había dado las gracias.


Cuando se recuperó y pudo andar se vistió y se marchó a clase. aquel día tenía que exponer y para cuando le tocó salir tenía todos los leggings empapados hasta casi la rodilla de semen que atravesaba la tela. Varios alumnos reconocían lo que estaba pasando porque tambien ellos habían recibido tratamiento en la enfermería con huevos de semen. 


─Por favor, chicos, sabemos que Sophie está en tratamiento, vamos a intentar no hacer menciones al respecto para que pueda exponer. Sophie, adelante.


─Ánimo, Soph.


Le dijo Bjorn por lo bajini y le hizo recordar que en su estómago estaba su semen. Sonrió al saber que no lo había vomitado.


Cuando se acabó la clase Jeff, uno de sus compañeros se acercó hasta ella y le susurró al oído.


─No sabes lo que me pone verte así de sometida. ¿Me dejas correrme en tus bragas? Nadie lo notará, ya estás manchada.


Sophie aceptó y en una esquina de la clase Jeff se hizo una paja entre sus muslos y terminó en sus bragas ya empapadas. Después le dio un casto beso en la mejilla.


─Eres la mejor, gracias. ¿Te gusta?


─Sí... gracias...


Susurró Sophie realmente agradecida. Aquella interacción fue captada por las cámaras de seguridad, nadie castigó a Jeff, pero Colette lo apuntó en su informe corroborando sus sospechas de que una Sophie manchada y llena, era una Sophie obediente y feliz.