Las cinco fases



Colette necesitaba encontrar el límite de la alemana, llegar a la fase cinco del subspace con la hipnosis era fácil, incluso con dolor continuado era sencillo de conseguir, pero nunca lo había conseguido solo mediante el sexo.


Para realizar el experimento llamó a los 10 alumnos con más aguante sexual y les dijo que les daría días libres para visitar el pueblo y algo de dinero.


Aquel día de verano la doctora ató a Sophie a un potro con un vibrador integrado y sin uso de la hipnosis simplemente empezó a masturbarla y a meterle los dedos. Sophie ya no se negaba a nada, había aprendido a no ser rebelde a base de reprogramación conductual en hipnosis.


─Bien, Sophie, hoy voy a darte todas las pollas que puedas llegar a necesitar y más hasta que tu cerebro entre en shock y luego te despertarás en mi cama y me darás las gracias dándome placer oral. Va a ser precioso...


─Sí, madame, gracias...


Sophie empezó a agitarse cuando el primer orgasmo le atravesó con aquellas amenazas. Después el estudiante de segundo entró en la habitación y empezó a masturbarse en su cara. No lo vio, pero había entrado otro con él que se masturbaba en su culo, pronto el de delante se la puso en la boca para que le felara y el de detrás entró en su vagina para empezar a "entrenarla".


Su mente siempre frágil reaccionó a la doble penetración catapultándola directamente a la fase tres y relajando su cuerpo. Dejarse hacer, dejarse usar, dejarse violar. Eso era lo único que podía pensar Sophie mientras la violaban. Eso y en que necesitaba su semen para alimentar al bebé de su interior. Aquel bebé inexistente.


Colette se situó en una silla y después de treinta minutos les paró para hacerle unas preguntas a Sophie.


─¿Sophie me oyes?

─Ah... sí...

─¿Qué está pasando?

─Estamos haciendo... un experimento...

─¿Estás sometida?

─Sí... mucho...

─¿Quieres parar?

─No... necesito más.

─¿Te está gustando?

─Estoy en el cielo...

─Perfecto, continuad.


Se intercambiaron las posiciones y esta vez el chico de delante empezó a follarse su cara con más violencia entrando hasta la garganta y provocándole arcadas. El de detrás también incrementó la violencia follándosela con más fuerza.


─Madame Churchill, estoy... a punto...


Soltó el alumno de detrás. Colette le dio permiso para vaciarse en el interior de Sophie y de nuevo eso la hundió todavía más en subspace.


─Tú aguanta todo lo que puedas. Cuanto más aguantes más te pagaré.


Le dijo al que forzaba la garganta de Sophie deformándola con su glande a la vez que la sujetaba con fuerza del pelo y gruñía con las penetraciones.


Sophie sintió como el que tenía alojado en su vagina de marchaba, pero de inmediato sintió otra polla fría. Un dildo. La doctora no quería darle ni un minuto de descanso y hasta que el siguiente estuviera empalmado se dedicó a penetrarla con aquel dildo enorme de silicona.


─Buen trabajo, Steve, firma al salir y dile al siguiente que pase.


Unos segundos más tarde entraba otro alumno que no pudo ver, pero que pronto se alojó en sus tripas. Esperó con todas sus fuerzas que no fuera Jaden o alguno que le cayera mal, pero la verdad es que eso ahora era lo menos importante. Cada vez todo le parecía menos importante cuando tenía que concentrarse tanto en poder respirar entre embestidas y poder darle mucho placer con su lengua a uno de sus violadores.


Los minutos pasaron y empezó a sentir un dedo en su culo. El chico que la estaba follando vaginalmente le estaba preparando el culo. Sin palabras, sin poder decirle nada, se lo agradeció apretando la vagina alrededor de su polla hinchada.


─Madame Churchill, ¿puedo correrme?


Preguntó al borde del orgasmo el chico al que le estaba comiendo. Colette debió darle permiso porque pronto se alojó en su garganta completamente para correrse en lo más profundo de su boca ahorrandole el tener que tragar pero impidiéndole saborear el semen.


Después sacó la polla y le metió los huevos para que se los lamiera.


─Has aguantado 49 minutos, eres una máquina. Estoy segura de que le debe de doler el cuello.  Escúpele un poco que la ayudará a sentirse usada.


El chico siguiendo las órdenes de Colette escupió a Sophie en la cara dándole en la frente, un párpado y la mejilla.


─La comes de puta madre, Sophie... Que vaya bien.


Se fue y colette mandó parar al que le estaba dilatando el culo y follándosela a la vez.


─¿Sophie me oyes?

─Ajá...

─¿Qué está pasando?

─¿Qué?

─¿Qué está pasando?

─Me ha escupido...

─¿Estás sometida?

─Sí...

─¿Quieres parar?

─No lo sé...

─¿Te está gustando?

─Sí...

─Continúa Hans. Y si puedes ábrele el culo bien...

─Sí, madame.


Hans continuó con las penetraciones y con la boca libre Sophie empezó a gemir y jadear.


─Ponte delante y que te chupe la polla.


Ordenó Colette al cuarto de los 10 estudiantes que tenía preparados para violar a una de sus compañeras. Esta vez acudió Wes a su boca. Le conocía, habían compartido alguna clase, le caía bien y ahora se lo podría demostrar.


─Lo siento, Soph, necesito la pasta, tía...

─Traqui... me gusta...

─Joder... Estás hecha mierda...


Le metió la polla en la boca a Sophie mientras decía esa última frase y empezó a follársela tímidamente.


─¡Menos hablar y más follar!


Gritó Colette desde algún sitio de la habitación disparando la velocidad y fuerza con la que se follaba la cara de Sophie.


Poco después, notó como los dedos de Hans abandonaban su culo para ser remplazados por un dildo demasiado grande que le estrujaba las entrañas entorno al pene este.


La sensación de estrechez sobre el miembro del alumno le superó y se corrió provocando también el orgasmo de este en unas pocas embestidas más sin pedir permiso y gimiendo exageradamente. Sophie escuchó los alaridos y el orgasmo y la doble penetración las sintió desde un sitio muy distinto esta vez. Ya no había tantos pensamientos en su cabeza, solo placer.


─Bueno, pues límpiate en su boca y Wes, tú a su vagina.


Hans obedeció algo avergonzado por no haber podido aguantar más que los otros chicos. Le metió la polla ya medio flácida en la boca a Sophie para que se la limpiara y Sophie se la lamió lenta y pausadamente, deleitándose de su propio sabor vaginal y acabando de hundirse en la fase cuatro.


─Bien, sal y que entre otro. Acuérdate de firmar o no te pagaré.

─Sí, madame Churchill.


Hans se marchó con la polla chorreando en babas de Sophie y enseguida entró Matthew, amigo de Wes y conocido de Sophie. No sabía mucho sobre él, solo que se rumoreaba que había violado a una chica en primero. Se sacó la polla frente a su cara y se la metió totalmente flácida sin preguntar en la boca para que se empalmara directamente en su interior.


Sophie no se quejó y fue adaptando su mandíbula a la polla creciente de su interior hasta que se adentró en su garganta y la dejó sin respiración.


─Chupa, puta...


Por alguna razón le tapó la nariz mientras le empezó a follar la garganta para impedir que respirara y la hundió más en subspace.


─Venga, chicos, 5 minutos antes de la próxima pausa para preguntas, acelerad.


Wes empezó a penetrarla con verdadero frenesí como si le fuera la vida en ello mientras Colette movía el dildo de su culo lentamente para que lo sintiera bien. Matthew se hundía en la garganta una y otra vez cortándole la respiración por completo durante minutos enteros pero dejándole respirar justo a tiempo para no desmayarse.


─Stop. ¿Sophie me oyes?


La oía, pero ya no podía hablar.


─¿Me oyes?


Sophie se rio como respuesta.


─¿Qué está pasando?


Volvió a reírse.


─¿Estás sometida?


Gimió guturalmente entendiendo la pregunta y respondiendo como podía.


─¿Quieres parar?


Asintió con la cabeza. No quería dejar de experimentar placer, pero ya estaba muy cansada y le dolía mucho la mandíbula.


─¿Te está gustando?


Asintió y sollozó débilmente.


─Continuad.


─Pero está llorando...


Dijo Wes mientras Matthew no dudaba y le volvía a meter la polla en la boca.


─Si no quieres el dinero, puedes marcharte, Weasley.


Wes dudó unos instantes, pero pronto volvió a alojarse en la vagina de la pelirroja.


La mente de Sophie empezaba a no poder recibir tantos estímulos y dejó de sentir dolor en la mandíbula, pero también dejó de poder controlarla, se quedó con la boca abierta recibiendo el pene del alumno pero sin poder felarle bien. Frustrada babeaba y gemía, pero ya no podía cubrir sus dientes con los labios.


─Me está haciendo daño.

─¿Sophie? ¿Ya no puedes seguir comiendo polla? Toma.


Le dio a Matt un a especie de abrebocas de silicona que protegería el pene de los dientes de Sophie y que encima tenía forma de vagina trasformando su boca en un consolador caliente y húmedo. Se lo metió en la boca y esperó a que la propia saliva excesiva de Sophie hidratara el abrebocas antes de meter la polla de nuevo dentro de aquella vagina de plástico.


Wes miró la escena con asco, pero el morbo le pudo y cuando vio cómo Matt se follaba de nuevo su cara con aquella cosa en la boca paró de inmediato.


─¿Dónde quiere que... me corra...?

─Córrete en su espalda...


Wes obedeció y se masturbó entre las nalgas de Sophie hasta que el chorro manchó toda la espalda de la estudiante degradándola más.


─Buen chico, que entre el siguiente.


Se marchó sin despedirse, con la cabeza gacha y deseando morirse, pero no hizo nada por salvar a Sophie y el dinero se lo acabando gastando en alcohol. Entró otro estudiante, que de nuevo sin decir nada ni pedir permiso se alojó en el interior de Sophie. Su polla era enorme y Colette solo podía follarle el culo a Sophie cuando la polla del nuevo se lo permitía y tenía que salir cada vez que él entraba. Aquella lucha por su territorio interior le provocó otro orgasmo que expulsó el dildo de su culo con fuerza e hizo gemir al nuevo y sexto. Ya solo quedaban cuatro, pero no es que ella pudiera contarlos a esas alturas.


─Los dos no cabemos, fóllate su culo. Puedes subirte encima si te es más cómodo.


Pudo sentir el cuerpo del nuevo subiéndose encima del potro y penetrándola analmente. Matthew le follaba la cara indiscriminadamente con aquel artilugio que la deshumanizaba todavía más. Se sentía débil como una muñeca de trapo y empezó a despersonalizarse. No era su cuerpo, ella no estaba allí, le estaba pasando a otra persona. Estaba entrando poco a poco en la fase cinco.


30 Minutos más tarde y el de la polla grande se corrió en su culo mientras que Matthew se corrió en su pelo mientras se pajeaba con él y manchándole la nuca.


─Bien, marchaos y llamad a dos más. ¿Sophie me oyes?


La oía, pero no la entendía ni mucho menos podía responder. Ni siquiera podía mantener la cabeza en alto.


─¿Me oyes?


No hubo respuesta.


─¿Qué está pasando?


Sophie solo respiraba con dificultad debido a la excitación y a la sobredosis de hormonas en su cerebro.


─¿Estás sometida?


No fue una respuesta, al menos no una voluntaria, pero su vagina se contrajo y salió parte del semen de su interior.


─Dios mío...─inspiró con fuerza antes de hacerle la siguiente pregunta─. ¿Quieres parar?


Su mente entendió la pregunta y gritó en su interior, pero su cuerpo no reaccionó.


─¿Te está gustando?


De nuevo sin poder responder, asintió en su interior. Claro que le estaba gustando. Claro que quería parar. Las dos cosas eran ciertas y no tenían ningún sentido. Colette lo había conseguido. Horas más tarde y seis hombres penetrándola sin parar la habían enviado a la catatonía que tanto disfrutaba Colette. En teoría era momento de parar el experimento, pero todavía quedaban cuatro. Los dos siguientes bajo las órdenes de la psicóloga pusieron a Sophie en la camilla. No podía ayudarles de ningún modo, solo podía dejarse manipular. La consigna aquella vez cambió.


─Ya está totalmente ida, así que no me hacéis falta, pero me sabe mal que os vayáis sin desahogaros, folláosla como queráis.


El chico moreno se situó a la altura de la cara de Sophie para pajearse en su cara, follarse aquella vagina de plástico y de vez en cuando masturbarse sobre una de sus tetas o cogiendo la mano de Sophie y haciéndose una paja. El otro no dudó y se subió encima de ella para follársela casi con cariño en el misionero. 


─Tranquila, no quiero hacerte daño. Por favor, no me odies. Siempre he querido follarte, te follaré bonito, como la princesa que eres y luego te acordarás y me lo agradecerás. Seguro que quieres repetir.


Le susurraba el violador a su oído mientras el otro se pajeaba con su mano.


Ella lo vivía todo en tercera persona, ella no estaba allí realmente, era como un sueño, como ver algo en un recuerdo lejano. Recordaba las penetraciones, recordaba la excitación, recordaba.... el orgasmo.


El cuerpo de Sophie empezó a convulsionar con un orgasmo provocado con las penetraciones y la fricción con su clítoris. El chico de arriba se corrió con ella en un acto demasiado íntimo para aquella escena, casi romántico.


Luego le dejó un casto beso en la mejilla y se marchó. El chico que estaba en su mano le dio la vuelta a Sophie para poder acceder a su culo y se lo folló como un animal desesperado.


─Voy al baño, cuando te corras deja pasar a los otros dos.


Le dijo Colette harta de esperar a que los chicos se corrieran y la abandonó con aquella bestia. Conforme cerró la puerta el chico se tumbó encima de ella para agarrarla con el brazo por el cuello y ahogarla.


─Colette dice que esto es lo que necesitas... Que te violemos una vez... y otra... y otra... Que esto es lo que tu cerebro necesita para olvidar que papá te preñó. Puta zorra incestuosa... ¿Eso es lo que necesitas? ¿Olvidar que mataste a tu puto hijo? Déjame recordártelo. Mataste a tu hijo... A tu hermanito, puta... Me das asco y debería matarte ahora mismo. ¿Es eso lo que quieres? ¿Quieres que te mate? No me costaría nada... Una puta muerta es una puta feliz...


Sophie lo escuchaba, y pese a que se le escapaban algunas palabras entendió que iba a morir, que había matado a su bebé y que iba a morir y lo comprendió. Era cierto, era lo que merecía. Sophie merecía morir. Colette había dejado la mente de Sophie en el estadio más vulnerable en manos de uno de sus bullies más habituales y con aquellas palabras deshizo gran parte del trabajo que habían estado haciendo introduciendo de nuevo el deseo de morir en su cabeza con fuerza y con una explicación. Ella merecía morir porque era una asesina, una madre asesina.


Su cuerpo empezó a reaccionar ante la falta de oxígeno cerrándole los ojos y empezando a apagarse, pero antes de que consiguiera matarla de verdad volvió a entrar la psicóloga y el alumno la soltó.


─¿Todo bien?

─Sí, ya casi estoy. 

─Venga, termina que esto era cortesía.

─Sí, madame.


Unas embestidas anales más y se corrió violentamente en su interior. Sophie, destrozada mentalmente solo podía gritar y pedir que la mataran en su interior. De golpe su cerebro actuó salvando parte de su cordura y aisló el recuerdo de lo que había dicho aquel psicópata. Volvía a estar tranquila en su interior y su mente un poco más fragmentada y traumatizada.


Los últimos dos chicos entraron, pero Colette les mandó a casa.


─Ya no me hacéis falta. Ahora me toca a mí.


Los alumnos se fueron refunfuñando por no poder follarse a Sophie y por no poder cobrar y Colette le pasó el pestillo a la puerta.


─Sophie, sé que puedes oírme. Voy a hablar muy lentamente para que puedas entenderme.


Entender era una palabra ya muy complicada para ella en aquel momento y el tiempo pasaba a trompicones. No sabía cómo había llegado a esa posición pero volvía a estar siendo penetrada, esta vez por una máquina y ya no tenía la mordaza en la boca. Colette se masturbaba delante de ella en el sofá mirándola y le hablaba.


─Has sido muy buena. Mira cómo me has puesto... Está todo gravado y lo veremos luego todo juntas en consulta mientras te masturbo. Verás qué bien... Te has corrido tantas veces mientras te violábamos... Ya sabes cuál es tu lugar... Cada día estás más cerca de ser una esclava perfecta... Nunca volverás a ser libre, preciosa... Me encargaré de joderte tanto la psique que no volverás a poder funcionar como una persona normal. Poco a poco estoy... consiguiendo... que me desees... Cuando termine contigo.... Solo querrás estar a mis pies... Mi esclava perfecta...


Pero Colette se equivocaba... Sí, la estaba jodiendo de por vida, sí, la estaba convirtiendo en una esclava y sí, le quitaría su libertad para siempre. Pero no, jamás volvería a desear estar con ella. La psicóloga siempre celosa de su padre, quería reemplazarle en su psique, pero ella nunca le había mostrado amor y Sophie quería y se sentía querida por su padre.


Colette se corrió y llamó a los enfermeros para que se ocuparan de limpiar a Sophie y dejarla en una cama de hospital hasta que se recuperara. Monitorizarían cuanto tardaría y luego se lo dirían. Por supuesto no sin antes ganarse unos billetes dejando que otros la usaran.


Sophie tardó tres días en salir de la catatonía inducida por los abusos continuados. Por supuesto cuando se despertó no recordaba absolutamente nada. Solo le explicaron que se había desmayado por no comer.